miércoles, 4 de abril de 2018

PyMEs: La dinámica de lo pensado - Eduardo Rainieri

El presente es un artículo publicado en el boletín digital de la Fundación de Banco Credicoop, que es una organización sin fines de lucro, cuyo objetivo principal el de promover el desarrollo de las Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs) y el incremento de su competitividad. El autor, Dr. Eduardo Rainieri es docente de la materia y consultor de la Fundación.

Dínamica de lo Impensado

Hace mas de 4 décadas el prestigioso periodista deportivo Dante Panzeri, refiriéndose al fútbol, acuño una frase que lo definía como “Dinámica de lo Impensado”. Este concepto, que mantuvo su vigencia en el ámbito deportivo a lo largo de los años, resulta hoy perfectamente aplicable para el mundo de los negocios.

La velocidad del cambio es exponencial, la capacidad de adaptación es un activo intangible que resulta fundamental para operar con éxito en este contexto. Y en este marco conceptual: cómo se insertan las PyMEs? Con las fortalezas y debilidades propias del sector: comprenden en toda su magnitud la profundidad del proceso de cambio?. El mapa no es el territorio, es sólo una representación de aquel. Cómo construyen las PyMEs su propio mapa?, resulta representativo del “territorio” (cada vez más virtual) en el que deben operar?, entienden perfectamente cuál es la dinámica?

Cuando en los talleres y actividades de capacitación que coordino les pregunto a los empresarios: “Uds. saben por qué les compran sus clientes?”, muchas veces no recibo respuestas a la consulta o, si las recibo, denotan que las mismas no tienen la claridad, la convicción y el sustento necesarios para transformarse en creíbles.

Hay un concepto que me gusta recrear en mis actividades: el de las tres reglas básicas para con los clientes:  plata, oro y platino. La regla de plata dice: “no le hagas a tus clientes lo que no te gustaría que te hicieran a ti” (como empresa, se entiende), la regla de oro establece “hazle a tus clientes lo que te gustaría que te hicieran a ti”, en tanto que la regla de platino indica “hazle a tus clientes lo que tus clientes quieren que les hagan”. Yo me encuentro muchas veces que en la práctica se utiliza mucho mas la regla de oro que la de platino. ¿Por qué?  porque los empresarios, con un convencimiento genuino de la calidad y prestaciones de sus productos y servicios visualizan como muy natural el enfoque. Un especialista en Marketing diría que ese sería el viejo enfoque de “producción”, es decir, mirar de puertas para adentro, pensar que mi producto o servicio es el mejor, pero eso es lo que piensa el empresario, pero “que piensa verdaderamente el cliente?” Cómo es la propuesta de valor que le damos a nuestros clientes?. Estamos seguros que la conoce y la aprecia en toda su extensión?.

Entre las debilidades estructurales de las PyMEs se encuentra la falta de una adecuada planificación. Manejar sólo con “las luces de posición” (o en el mejor de los casos con “las luces bajas”) resulta peligroso. Que pasaría si manejáramos de esa manera, de noche y con una ruta con múltiples curvas y contra-curvas?. De la misma forma, en la “ruta” de los negocios, con curvas y contra-curvas (crisis, cambios constantes, etc.) permanentes, resulta muy peligroso no “manejar” la empresa con un esquema mínimo de planificación operativa, económica y financiera: “las luces largas” que nos permitirán tener mejor y mayor información para tomar las decisiones críticas cuando ellas se presenten.

Estamos acostumbrados a “manejar” observando el pasado, pero esto sería equivalente a manejar un automóvil mirando solo por el espejo retrovisor. Ante esta debilidad estructural, muchas veces he recibido respuestas del tipo “pero si no sabemos que va a pasar mañana como podría planificar siquiera el próximo trimestre o semestre?”. En mi experiencia de muchos años en áreas de planificación y control mi respuesta se ubica exactamente en la vereda opuesta: “cuanta más incertidumbre exista, cuanto mayores sean las condiciones de imprevisibilidad, mayor es la necesidad de ejercitar un adecuado planeamiento”. Hay muchas herramientas y pautas que podrán ayudar al empresario en esta tarea, entre ellas, el manejo y simulación de escenarios: político, económico, gremial, tecnológico, etc. En mi opinión personal, y así lo repito en las actividades de capacitación que coordino, lo mas importante del planeamiento no es el plan, sino el proceso. Es decir, el “producto final” (el plan, el presupuesto, la proyección) es importante como guía para las empresas, pero mucho más importante es el intercambio, la reflexión, la comunicación y la integración que se producen en el proceso previo de la formulación del plan. Esta riqueza es central y muchas veces no se valora.

Conozco muchos empresarios PyMEs que manejan su empresa “sentados sobre la caja”, lo cual no es malo en si mismo, sobre todo en épocas en las cuales cuidar la liquidez puede resultar factor de supervivencia. La reflexión que hago es que si no tenemos una visión mas amplia de lo que nos sucede, cuando el problema llega a la caja ya es tarde y terminamos haciendo una autopsia: “nos permitió saber de que se murió el enfermo, pero....¡¡ya se murió!!” Por eso, para encontrar el rumbo adecuado, es preciso, y se necesita, realizar mas diagnósticos y menos autopsias

Cuando les consulto sobre Estrategia, muchos empresarios PyMEs creen contar con una, y se sienten confiados con ella, sin embargo, cuando interactuando con ellos en un taller de trabajo con su grupo de colaboradores les pido que anoten cuáles son, a su criterio, los objetivos de la empresa, generalmente sorprende la gran divergencia que ocurre entre las distintas respuestas. Algunos dirán que el objetivo principal de la empresa es crecer, otros que hay que “mantenerse”, o incluso “achicarse”. Algunos dirán que el foco debe ser el mercado externo, en tanto que otros entenderán que el foco debe ponerse en el mercado local. Y así el proceso continuará igual (o peor) si siguiéramos profundizando en objetivos de menor nivel. Qué refleja esto?: ¡¡una gran falta de comunicación!!. Si los objetivos no son claros, si no son bien transmitidos: cómo se supone que vamos a lograrlos?.  Con algunas empresas tuve la oportunidad de realizar un ejercicio simple pero no menos importante: le solicité a la dirección que fijara los objetivos generales de la empresa (por ejemplo: nivel de participación de mercado, rentabilidad, etc.), a continuación, y trabajando con los responsables de las distintas áreas (producción, comercial, administración, etc.) les pedí, a partir de los objetivos generales que les fueron comunicados, desarrollaran sus propios objetivos sectoriales recordándoles que los mismos, deberían contribuir a su vez a cumplir los objetivos generales. En la primera “ronda” lo que generalmente sucede es que los objetivos sectoriales que preparan las áreas no resultan suficientes, en su conjunto, para poder cumplir los objetivos generales. Haciendo una analogía es como si invitáramos a comer un asado a 40 personas y en la parrilla ponemos carne sólo para 20. Otra circunstancia que muchas veces también ocurre, luego de la primera “pasada”, es que puede haber objetivos generales que cuenten con un adecuado sustento de objetivos sectoriales y otros, quizás, no tengan ninguno que permita cumplirlo o, tal vez resulten insuficientes. Este tema resulta central para que todo este proceso no termine siendo solo un ejercicio voluntarista.

La citada actividad finalmente culmina cuando les solicito a los colaboradores de cada responsable de sector, expliciten sus propios objetivos individuales que permitan cumplir con los objetivos de su propio sector para que estos, a su vez, permitan cumplir los objetivos generales establecidos por la Dirección. Esta secuencia que parece casi de “Perogrullo”, en mi experiencia profesional encuentra innumerables restricciones que terminan afectando no solo el crecimiento, sino la misma supervivencia de la empresa. Hay que ordenar este proceso, clarificarlo, explicitar claramente los objetivos, no solamente en el proceso de transmisión y comunicación, sino también en el proceso de control: cómo se supone que se lograrán, cuándo? quién?, con qué recursos?. que indicadores y metas voy a establecer para monitorearlos?

La falta de control, o un control inadecuado, suele ser otra problemática importante para las PyMEs. Desconocer los verdaderos Factores Críticos de Éxito (aquellas cosas que deben “andar bien” para que la empresa ande bien) suele ser factor de numerosos fracasos. No tener en claro los puntos de control básicos en los procesos más importantes atenta contra la productividad y la eficiencia organizacional y, en algunos casos, también presentan riesgos de tipo patrimonial.

Tomando entonces el concepto de Dante Panzeri “Dinámica de lo Impensado” visualizamos que el cambio es el protagonista principal de “la película que estamos viendo”. Es dinámico. Es impensado. Requiere de una capacidad de adaptación acorde a las circunstancias.

Dinámica de lo Impensado para las PyMEs?. Requiere trabajar en ello, día a día, de manera profesional, incorporando herramientas y metodologías, y con la firme convicción de mantener su esencia, de no renunciar a ella, de aprovechar sus virtudes y capacidades, para lograr crear una propuesta de valor que sea sustentable en el tiempo.






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