viernes, 20 de mayo de 2016

La índole de la motivación


En todo ser humano mora la energía potencial de comportarse de múltiples maneras diferentes. El estímulo que libera esa energía es una necesidad. (..) En cuanto a cómo estas necesidades se convierten en acción se lo esboza en la figura 14-1.

Figura 14-1 Modelo de Motivación General
Si bien los modelos humanos difieren en la forma de enunciar necesidades y establecer prioridades, toda necesidad estimulada hará que se exprese en acción. Tal comportamiento se dirigirá hacia una meta o necesidad particular que la persona ha aprendido a reconocer como capaz de satisfacer la necesidad. Por ejemplo: la persona siente hambre y necesita alimento, lo que redunda en actos destinados, en última síntesis, a procurarse alimento. En nuestra compleja sociedad, esto implica típicamente buscar y lograr una ocupación o empleo con el fin de ganar dinero. El éxito en alcanzar esta meta permite obtener alimentos y, por ende, la satisfacción de la necesidad. O una persona siente la necesidad de ser aceptada por toda gente, lo que conduce a la realización de actos de búsqueda de otras personas, de asociarse y de practicar interacciones en la esperanza de alcanzar la meta de amistad y, por tanto, lograr la satisfacción de la necesidad o aspiración original de ser aceptado por el medio.

Este simple enunciado de un modelo de motivación da un mentís a la verdadera complejidad del proceso. Todo acto individual ejecutado por una misma persona bien podría reflejar una serie de necesidades diferentes. El empeño por ascender dentro de la empresa podría estar motivado por la necesidad de realizarse, la necesidad de posesión de bienes materiales o la necesidad de que se reconozcan los propios meritos. Una persona podría buscar amistades para satisfacer necesidades de ser aceptada por el ambiente, en tanto que otra podría utilizar la amistad para progresar en su carrera. Una misma necesidad puede expresarse de varias maneras diferentes; uno busca el reconocimiento trabajando duramente mientras otro lo hace intentando ser el  conductor más veloz en la carrera.

Es concebible que el acto realizado fracase en cuanto a logra la satisfacción. Habitualmente se recurre a actos alternativos en procura de la satisfacción deseada. Cando todos los intentos falla, suele designarse a esa persona como “frustrada”, y ella persiste en su intento de liberar tensiones energizadas por la necesidad, pero ese comportamiento es visto por los demás como inútil. Son ejemplos de comportamiento que exhibe frustración la agresión (inútil ataque al obstáculo o a cualquier otro ítem que se considera conveniente), la regresión (recurrir al llanto y al comportamiento infantil), la fijación (reiteración de actos previamente determinados como inútiles), y la resignación (aceptación del destino acompañada por sentimientos de depresión).

El gerente moderno debe tener clara conciencia de las necesidades humanas básicas para comprender gran parte de la conducta que observa. No debe suponerse que todos son iguales o que los demás son como uno mismo. Una importante expresión común es que siempre hay una razón para todo comportamiento. El gerente haría bien en no condenar un acto, cualquiera que sea, como idiota, inútil y carente de sentido ya que a los ojos del actor su propio comportamiento tiene sentido. Por lo contrario, debe comprender las fuerzas que energizan el comportamiento. Un obrero o empleado que exhibe la teoría del comportamiento X en el trabajo, en muchos casos exhibe la teoría del comportamiento Y fuera de él. Cabe, al gerente la responsabilidad de desarrollar programas que dirijan la enorme energía que mora en una persona.


La presente entrada ha sido extraída del Libro Dirección de Empresas, Edwin B. Flippo y Gary M. Munsinger, Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1982, (pags. 317-318).

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